Tenía que comprobarlo. Había estado leyendo de la polémica generada en Madrid por el Consejo de las Mujeres del Municipio de Madrid y su campaña acerca del sexo femenino del plantigrado que acompaña al madroño a los pies de la calle del Carmen y al lado de la Puerta del Sol.

Las existenciales dudas acerca del osil sexo merecían una respuesta definitiva que cerrara de una vez por todas el debate abierto, por lo que me acercé personalmente a comprobar la estatua y analizar la cuestión.

Ahí dónde me veen/leen, soy un experto en osos. No por nada pasé mi niñez rodeado de ellos: El Oso Yogui (y Boo Boo), los Osos Amorosos (cursis a más no poder), los Osos Gummi, el osito Misha, el osito Jackie y Nuca (del bosque de Tallac) y un largo etcétera.

Pues bien, por mucho que analicé la estatua, no le encontré ni un lacito, ni una sombra de ojos o unas pestañas postizas (de existir, se las habría quitado Penélope, sin duda), ni siquiera un bolso. Conclusión: O no es una verdadera osa, o si lo es, no es nada femenina.

Nada que ver la 'supuesta animala' de la izquierda, por ejemplo, con la exultante feminidad que emana de la señora que aparece en la señal de tráfico de una calle cercana. La imagen deja bien claro (para evitar confusiones como las del oso) que la mujer, además de una anatomía característica, debe llevar ella (y sólo ella) un complemento tal como el cochecito bebé, dejando libre al varón (perdón, al macho) de tales femeninas tareas.

Y es que, como acaba un artículo periodístico-blogguero de lectura recomendada pese a su orígen, ¿No tendrá la gente cosas mejores (o símbolos mejores, me permito añadir) a las que dedicar su tiempo y pensamientos?

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