Espías

El espionaje está de moda. No sólo porque la película de Matt Damon como el agente Jason Bourne (otro JB, como James Bond o el de los whiskies) esté dando un buen resultado en los cines, ni tampoco porque a finales de julio se detuviera a un patrio colega (Roberto Flórez, qué poco glamourosa denominación para ser espía) presuntamente traidor (agente doble en el CNI).

El último número de "Der Spiegel" le dedica su portada (magnífica) y habla de espionaje informático chino a tres ministerios alemanes.

Y el asimismo último número (25 de Agosto) de la revista "The Economist" también le dedica la portada al espionaje, esta vez ruso.

Estaba claro que un blog como este no iba a quedarse ajeno a las tendecias reporteriles mundiales y, en consecuencia, era obligado un post 'espícifico' (malísimo juego de palabras) y comentar aquí el nivel del espionaje nacional. Sin embargo, la sola imagen de mi carné oficial que a continuación se adunta creo que habla por sí misma sobre el nivel español en estas lindes.


Sólo se me ocurre añadir la ausencia de un Centre d'Espionatge Català (o algo similar) con agentes infiltrados en Ministerios, Direcciones Generales y Consejerías Autonómicas varias (en la ONU y embajadas, poco iban a hacer). Con suerte, podríamos obtener así algunos de los siguientes documentos top-secret absolutamente vitales para el país:

- Balanzas fiscales completas.
- El horario REAL de los trenes de cercanías de Barcelona (y no ese que Renfe difunde).
- Las pérdidas del Parque Warner, de Terra Mítica y de Isla Mágica.
- El precio del agua (y el porcentaje que se pierde en su distribución) en los regadíos instalados en tierras de secano de Murcia, Almería, etc.
- El papel en blanco que está como único documento en la carpeta de "Criterios científico-técnicos para la distinción del valenciano y el catalán como idioma".
- Beneficiarios del incendio del Windsor (incluyendo a quienes lo hicieron).

Lo dicho, faltan espías catalanes.... tal vez reconviertiendo algún mosso o guardia-urbano-multero algo ganaríamos, ¿no?