Hoy se celebra el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, una de esas importantes jornadas de loable fin pero que en muchas ocasiones es utilizada con torticeros intereses.

No hay duda de los efectos negativos del trabajo infantil, que pueden resumirse en el no disfrute del derecho a "tener una niñez" (en su sentido más amplio), una importante lesión a sus posibilidades (y derechos) a ser educados, una eventual pérdida de salud y, lo más grave, que el conjunto de todo ello hipoteca su futuro desarrollo.

Sin embargo, el trabajo infantil es un fenómeno vinculado a la pobreza, auténtica causa de dicho empleo de niños y jóvenes como mano de obra. Aunque quizás no es políticamente correcto, yo no creo demasiado en la abolición, por decreto, del trabajo infantil. Creo en el oportuno conjunto de derechos de la mano de obra infantil (limitación de jornadas, compatibilidad con la educación -por ejemplo, que sea pagada por su empleador-, adecuación de las tareas a su edad y desarrollo, edades mínimas, sectores excluidos, etc.).

Todos los países del mundo (incluidos éste y superpotencias nucleares), en época de pobreza han utilizado la mano de obra infantil. Está claro que hay diferencias entre vender periódicos por las esquinas, repartirlos en bicicleta o trabajar en las tiendas familiares (ejemplos incluso cinematográficamente exhibidos como normalizados) con los "trabajos" (en realidad servidumbres) de transportar cosas, minería o talleres téxtiles.

El fin del trabajo infantil que hoy se reivindica, o la defensa del medio ambiente son grandes objetivos que creo que todo el mundo compartimos. Pero resulta algo hipócrita hacerlo cuando uno vive en un país que ya destrozó (y sigue haciéndolo) su entorno natural o que, cuando las condiciones lo requirieron, empleó también mano de obra infantil.

Obligar a utilizar carísima tecnología "limpia" (extranjera) a países pobres o en desarrollo o abolir y criminalizar en la opinión pública el uso de niños en el mercado (generalmente para contratistas occidentales) es simplemente injusto e implica someter aún más a la pobreza a dichos países. Lo que sí hay que hacer a día de hoy es asegurar una buenas condiciones laborales y que el recurso a la mano infantil (y sobretodo, la pobreza de tales países que conduce a dicha práctica) sea algo realmente temporal.

Por cierto, en Argentina, además de Día Mundial, es también Día Nacional contra el Trabajo Infantil, en virtud de la Ley 26.064.

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