Mi desplazamiento a Alicante tiene como objeto acudir a una boda de la familia, íntima, realizada hoy en petit comité y que ha resultado entrañable.

Escribo desde el aeropuerto de Alicante, al que he acudido bastantes veces, y que tiene una actividad envidiable. No sólo es un punto estratégicamente situado (punto de acceso aéreo a la propia ciudad de Alicante, Benidorm, Murcia, etc.) sino que, precisamente por ello, debe mover un número de turistas nada despreciable.

En él siempre me encuentro un tanto fuera de lugar. En mis viajes profesionales y en esta ocasión -aún familiar-, el traje y corbata han resultado preceptivo, por mucho calor (35 grados marca el termómetro) que hiciera. No hace falta decir que soy el único en todo el aeropuerto que no lleva bermudas o unas deportivas.

Pero volvamos a la boda. Celebrada por lo civil, la juez (o jueza) ha recitado con notable emotividad y por iniciativa propia (pero previa aceptación por parte de los contrayentes) un bello poema que intentaré identificar en el vídeo de la ceremonia.

Para los amantes de la estadística: hoy (último día antes de las vacaciones de agosto en la que se oficiaban bodas) estaban prevista la celebración de 9 bodas. Una de ellas se ha anulado (alguien se lo habrá replanteado a última hora) y en una (la siguiente a "la nuestra"), era de un par de chicas.

Desde aquí mis felicitaciones a la pareja y mi admiración por el valor del novio.

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  1. No ens podríem himajinar a l'autor d'aquest bloc sense traje i corbata ;)

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