En Chile, hoy es el Día del Bibliotecario, ese profesional que no sólo cataloga libros (y, cada vez más, todo tipo de documentos en soportes varios) sino que te asesora en momentos de duda y te da la correspondiente bronca cuando el libro (por poner un ejemplo) se devuelve con retraso.

A un Bibliotecario de pro le desagrada que 'sus' salas sean usadas como salas de estudio (cosa con la que estoy de acuerdo), y de que la gente sólo acuda a ellas a gorronear el periódico, a estudiar en época de exámenes, o servir de alternatuva a los videoclubs.

A un Bibliotecario de pro le apasionan las discusiones acerca del modo de catalogar (las claves), de los aspectos éticos del acceso por parte de menores a determinados documentos, y, sobretodo, las controversias derivadas sobre el canon en materia de 'derechos de autor' a satisfacer en cada préstamo.

Pocos (por no decir ninguno) añoran el sistema de archivo mediante tarjetas en soporte papel y los hay (haberlos, haylos) que actúan cual sheriff en 'su' territorio.

Por cuestiones diversas he conocido a muchas personas trabajando en bibliotecas (bibliotecarios, documentalistas, etc.) y en un día como hoy, dejando de lado el factor chileno, no puedo sino darles las gracias a todos y pedirles que sigan luchando por mantener esos templos de saber, auténticos termómetros del nivel cultural de un barrio/ciudad.
Por cierto (y dado que parece ser que es un dato algo desconocido), en AnticsUPF donamos cada año el 10% de nuestros ingresos por cuotas de socios a la Biblioteca de la Universidad Pompeu Fabra, obligando a que dicha donación se gaste en libros de 'lectura recomendada/obligada' para las diferentes carreras.

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