Acudo al prestreno de WALL-E y salgo extasiado del cine. Podría contar los mil motivos del porqué, pero no lo voy a hacer. Para crónicas, ya recomendaba la de Txapulín. Sólo decir que hay momentos de una intensidad tal que el cine, niños incluidos, queda en un absoluto silencio.
HAY QUE VERLA (y el corto previo, PRESTO, también).
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