pepe_gotera2Como todo fin de semana, de un tiempo a esta parte, la ocupación fundamental del tiempo no-laboral ha sido el bricomanía doméstico, una actividad fértil en anécdotas que, periódicamente, alimentan este blog.

Concretamente ayer intenté, sin éxito, claro, agujerear conscientemente una viga metálica de un varios centímetros. Y si conscientemente no lo conseguí (era para instalar una cosa en el patio), menos lo logré cuando, inconscientemente, me encontré con otra (o un muro de hormigón armado, vete tú a saber) a la hora de poner dos estanterías en una de las habitaciones. Resultado: dos brocas rotas y un ligero olor a quemado fruto de la incandescencia lograda por la fricción y un ligero tueste del papel quemado al retirar la broca ardiente.

Pero para situación calurosa de verdad, nada mejor que la que sucedió poco después mientras hablaba por teléfono con mi hermano, al que en varias veces interrumpí para decir "Huelo a quemado"... Efectivamente, una lámpara muy moderna recién colocada al lado de las frustradas estanterías se derritió casi por completo a causa de un exceso de potencia de la bombilla utilizada. (Si explico, además, que el exceso se debía a que la bombilla derretidora estaba -por mi culpa- en una caja que no le tocaba -indicaba la caja25w. cuando la bombilla era de 60w.-, pues..)

Menos mal que no pasó de ahí, ya que de haberse incendiado algo, poca agua podría haber utilizado para extinguir el fuego, ya que unas horas antes había cerrado el agua porque al intentar cambiar un grifo (para así incorporar una manguera en su extremo), rompí la cañería en la que se encuentra, por lo que, o cerraba la entrada general del agua, o el patio se me convertía en una modesta piscina olímpica.

Dos conclusiones:

a) Hay días en los que uno está negado.

b) Necesito un fontanero.

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