Esta mañana, debería haber realizado la Cursa Lluís Companys, en la que estaba inscrito desde hace varias semanas.
Me apetecía, ya que la distancia (5,7 km.), unido a hecho de que el recorrido era por Montjuic (subidas, bajadas, más subidas...), ayudaba a ser un buen inicio del fin de semana, en el que otros (incluyendo un abogado fiscalista que se apunta a todos los saraos deportivos) estaban apuntados a la triatlón de Barcelona (para auténticos super-hombres).
Lamentablemente, no he asistido a la carrera. Hace unos días, un mal gesto provocó que el talón izquierdo me quedara lo suficientemente dolorido como para que cualquier esfuerzo extra deba descartarse. De hecho, ya he perdido dos autobuses por no forzar en mi ya característica carrera frente a la parada del 41 al grito "espere, espere". Es mi sui-generis modo de entrenarme.
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