Seamos claros. El piso se está equipando a partir de lo que ya había. Y la distribución de sus espacios y de los pocos muebles ikeanos comprados tampoco ofrece muchas posibilidades (por el tamaño del piso), haciéndose primordialmente a tenor de la proximidad de los aparatos eléctricos a los escasísimos enchufes que dispone la casa y evitando los puñeteros radiadores que no funcionan pero que están ahí, fastidiando.
Pues bien, el pasado sábado, en la amical visita realizada, estuvimos comentando cómo podría ser la disposición del dormitorio, ya que está previsto cambiar algún día su actual disposición para poner, si es posible, un pequeño vestidor.
"Mala idea, horrorosa, terrible y, ¿quién sabe? hasta peligrosa iniciativa", según una amiga conocedora de las corrientes del feng-shui, ya que hacerlo como estaba previsto implicaría que los pies quedasen dirigidos a la puerta, un claro símbolo de una muerte segura (que eso, malo en si mismo, no es, sino obvio), pero lo que es más grave, cercana (y dolorosa, añado yo, para poner más dramatismo).
Y claro, ahora ... ¿qué hago? ¿No hago la reforma y sigo acumulando trajes y camisas de improvisada manera? ¿La hago y me arriesgo a los nefastos designios feng-shuineros? Acollonit que estoy.
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