Sofía está inundada de/por San Valentín. No sólo las tiendas tienen los esperados adornos corazoniles propios de cualquier comercio. En cada esquina hay mucha gente vendiendo pequeños y baratísimos regalos conmemorativos, así como globos, peluches y flores.
Al propio tiempo, algún tipo de organización sanitaria que no identifico y en la que colaboran numerosos jóvenes (y no tan jóvenes) aborda a los transeúntes ofreciendo preservativos. Asimismo, grupos de estudiantes, disfrazados de angelitos y similar, ofrecen corazones de cartulina para escribir en ellos mensajes positivos o notas de amor.
Las pastelerías están inundadas de más que apetecibles tartas con formas de corazón y en los almacenes Tzum (en la imagen) además de la decoración alusiva al amor, hay empleados ataviados como ángeles, un violinista (que no lo hace nada mal) y una fotógrafa que retrata a las parejas con una imagen de Venecia de fondo (siendo más bonita la imagen que la realidad veneciana) y reparten bombones (en forma, obviamente, de corazón).
He de reconocer que me ha sorprendido tanta devoción por esta jornada. Nunca en ningún lugar había visto un número tan grande de personas vendiendo esta clase de "regalitos" ni tantos compradores de globos y peluches.
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