“Seguramente es la placa”, me informa el técnico informático que acaba llevándose mi ordenador del Despacho para su oportuna reparación.
¿Y qué hago yo ahora?, me pregunto al verme privado de la segunda herramienta más valiosa para el ejercicio profesional. Menos mal que en casa tengo un overbooking informático que me permite traerme un ordenador al despacho para poder continuar trabajando en un entorno propio.
Sea como sea, desde ya anticipo mis disculpas por no poder atender los emails con la celeridad habitual. Muchos correos electrónicos personales los acabo teniendo que leer en casa bastante tarde (llevo un par de días yendo a dormir a horas impropias –por tempranas- de mi), y los tengo pendientes.
Sigo sin haber preparado nada (un cero absoluto) sobre el viaje de la semana que viene. ¿Sólo Chicago? ¿Encontraré alguna chollo-oferta de conexión con Las Vegas u otro lugar?. ¿Dónde dormir? Espero poder despejarlo todo mañana (tengo un domingo complicado).
Mientras tanto, he dejado bastante abandonado Himajina (aunque las estadísticas no se han resentido mucho). Una gran parte de los posts estaban escritos y programados desde hacía días (especialmente los de ‘temática’ religiosa a los que Fran aludía), pero me han quedado en el tintero temas y “días de” que espero poder tratar más adelante.
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