Hoy, en muchas localidades, se celebra el “Día de la Vieja”, una jornada vinculada a la Cuaresma.
De hecho, se celebra siempre en jueves a mitad de la misma, y su objeto es el de “salir a merendar”, como un medio de recuperar fuerzas en el período de ayuno y abstinencia que la Cuaresma implica. Es más, se trata de una tradición que data del siglo XVII y que fue promovida por una comunidad de franciscanos de la ermita de San Diego en el Calvario.
Abandonado un tanto su sentido religioso y convertida en una jornada familiar, la principal protagonista de este evento es “la vieja”. Una mujer hecha de papel de colores, con vestido, delantal y un pañuelo sobre la cabeza. La cara va cubierta con un trapo relleno de chucherías y pintado con grandes coloretes. Todo ello se sostiene porque su cuerpo está hecho con una caña en forma de cruz.
A esta peculiar vieja, una vez que se han repuesto las fuerzas con la comida, se le coloca a una distancia de unos 6 metros aproximadamente y se comienza a tirarle piedras hasta que queda totalmente destrozada y se pueden sacar las chucherías de la cabeza.
En otros lugares, la tradición es distinta, representando la Cuaresma bajo la figura de una señora mayor (“la vieja”) de madera o cartón con siete piernas, una por cada semana cuaresmal, y la gente del pueblo iba cortándolas conforme pasaban los ciclos de siete días. Hay dónde incluso queman a dichas viejas.
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