Leo en “La Vanguardia” la siguiente noticia: “Trabajadores de un supermercado alemán graban e intercambian vídeos de clientas con falda corta. Los encargados enfocaban las cámaras de control remoto cuando las clientas se inclinaban o agachaban". Lo malo del asunto no es sólo la grabación, sino el intercambio, como si de un videoclub se tratase, de los videos realizados entre los trabajadores de diferentes centros.
En EE.UU. es noticia algo similar. En un establecimiento de Sears en Hollywood, había cámaras en los probadores y baños de las señoras. Al parecer, las colocó un empleado de mantenimiento, pero tras tener noticia de ello, la empresa no hizo nada durante 4 meses. Potenciales afectados han creado una página web, despacho de abogados mediante, para recoger testimonios (y el que “asunto judicial/negocial”) sea mayor.
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