Hoy, en Inglaterra, se celebra el “National Student Finance Day” (“Día Nacional Financiero-estudiantil”, traducción muy libre), una jornada de reflexión acerca de la problemática, nada sencilla de resolver a causa del gran desconocimiento existente, del alto coste de la enseñanza superior en Inglaterra (y tantos otros países) y, muy especialmente, el endeudamiento que genera a los estudiantes.
El problema es grave. Bajo la doble verdad de que el acceso a la enseñanza superior posee un coste que sólo es (muy) parcialmente cubierto por el estudiante y que, por el contrario, que la riqueza económica derivada de la misma se la queda él privadamente, se esconde una teoría de créditos “baratos”, pagos del coste real y retorno posterior de dichos créditos, bajo una premisa, no siempre cierta, de que posteriormente se darán condiciones óptimas para el retorno de tales créditos, generando, en ocasiones, jóvenes demasiado prematuramente endeudados.
El pasado número de la revista Bloomberg Businessweek (10 a 16 de septiembre) la portada tenía el siguiente titular “Debt For Life” (“Deuda de por vida”), con el subtítulo “La escandalosa verdad sobre los préstamos al estudio”, pudiendo leerse cómo un trillón (en su versión americana) de dólares son actualmente adeudados en créditos estudiantiles. Miedo da.
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