Está a punto de acabar el año 2014. Y es momento de resumir lo acontecido y de encarar el nuevo pack de 365 días que 2015 nos ofrece.
Mi resumen del 2014 es muy distinto al que Facebook me proponía que os mostrara. En su fotográfica versión de mi vida dosmilcatorciana nada aparecía acerca de las nuevas aventuras profesionales iniciadas, ni de algunos reveses y decepciones sufridas o del cansancio acumulado por cosas varias. Tampoco reflejaba la pena por algunas personas que nos han dejado, ni la alegría, entre otras cosas, por los nacimientos de hijos de amigos míos. De hecho, destáquense dos pequeños que, esperados para el ‘15, decidieron adelantarse para vivir unos meses del 2014 y se están haciendo fuertes y grandes en el hospital para orgullo y satisfacción, pasado el susto, de sus padres.
No ha sido un mal año, aunque sin duda los ha habido mejores. En lo positivo, decir que me he hecho más sabio este 2014. Mucho más. Y soy más feliz. Sofía (¡2 años ya!) tiene gran parte del mérito (de ambas cosas).
Para el 2015 preveo muchas cosas a las que diré “no” cuando siempre he sido de los de decir “sí”, y espero decir “sí” a muchas de las cosas que hasta ahora (pero especialmente este último año) habían sido tratadas con un “no”. Cosas en el cajón espero que tomen forma y cuerpo a lo largo de este año.
Veremos cómo evoluciona todo. Hay retos profesionales y personales mayúsculos, hercúleos, titánicos para este 2015. No exagero. Pero haciendo mío un grito de guerra ajeno (“AVANT!”), estoy seguro de superarlos.
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