Tal y como tenía previsto, ayer estuve en Madrid para unos cuantos temas profesionales.
Sin que sea el momento de comentar otras cosas, ciertamente Madrid tiene cosas sorprendentes.
Una de ellas es la habitualidad de los hombres-anuncio como el de la foto (tomada en pleno centro de la ciudad). Esta modalidad publicitaria creo que está prohibida en España por atentar a la dignidad de la persona (si bien, no consigo identificar el cuerpo legal o jurisprudencial que así lo determina). Pese a ello, está bastante consolidada en Madrid.
En Barcelona, únicamente recuerdo de la existencia (creo que ya pasada, aunque quizás me equivoco) de una práctica como esta en la parte baja de Paseo de Gracia, difundiendo una tienda de ropa cercana.
En otras ciudades del extranjero también he podido encontrar ejemplos de esta publicidad, vinculados usualmente a negocios de compraventa, téxtiles, restaurantes o tatuajes.
Sin embargo, no sé si por el carácter diferencial madrileño o por la burbuja inmobiliaria, a escasos metros del hombre-anuncio anterior, me encuentro con este otro, que sí afirmaría (sin demasiado temor a equivocarme) que no debe tener parangón a nivel internacional.
Además, no quiero imaginarme qué pose debe adoptar quien, no demasiado agraciado visualmente, quiera ver los detalles de las ofertas que se anuncian, especialmente si quedan a una nada confortable altura y si coinciden con la cara contraria a la que expongo en la foto.
Supongo que es la alternativa modesta de quien no puede fichar a Camacho para anunciarse por televisión o crear una completa "ciudad de vacaciones".
Hombre-anuncio
Abogado del sector Internet y Nuevas Tecnologías, inicié Himajina.com en el año 2007 como divertimento especializado en crónicas varias y "Días de". Con casi 5,5 millones de páginas vistas, seguimos -como podemos- con ello.
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