La zona antigua de Estambul tiene encanto. Hay preciosas mezquitas iluminadas (por ahora, sólo he vısto el exterior) y mucha animación, derivada especialmente del Gran Bazar (muy próxımo al hotel).

Sin embargo, a las 19:30 el Gran Bazar va cerrando sus muchísimos puestos y algunas de sus entradas, y la zona va perdiendo actividad. Por ello, dadas las renovadas energías provinientes del vapor y del inconmesurable placer obtenido con el fin del maltrato corporal recibido, se decide una visita a la calle Istiklal, donde según el conserje del hotel aún habrá comercios abiertos hasta las 22:00, bastante gente y una buena y amplia selección de bares y restaurantes.

Tras un recorrido en tranvía y después en funicular, compruebo que estaba en lo cierto. Tiendas abiertas -muchas de marcas occidentales- y multitud de oferta para cenar en las calles anexas.

Al final, tras una más que correcta cena acompanyada de un también correcto vino tinto turco y un menos pasable trío musical-cantaril en un restaurante con cierto encanto, velada con copichuela y partida de bolos (la oferta genera demanda) y así acabar la noche.

O eso se esperaba. Porque para regresar, el funicular sí está operatıvo, pero no así el tranvía... Quizás el autobús, se aventura a exponer el voluntarioso responsable de la taquilla funıculariana.

No, no.. el autobús requerido finito también, se descubre en el frío exterior... Al final, medıante otro bus que deja relativamente cerca y que da un rodeo lo suficientemente amplio para tener un buen recuerdo de Estambul by nıght, este post acredita un regreso correcto y harto deseado al hotel.

Manyana, más.

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