Te has pasado. Sabes que para mí la imagen lo es todo. Con lo que me cuesta tu sesión de peeling y maquillaje deberías tener más consideración conmigo. Sabes que, para sobrevivir en el bufete, es im-pres-cin-di-ble que lleve el mejor traje italiano o un conjunto monísimo todo el tiempo y que mi toga sea la más reluciente y mejor planchada en cualquier juicio. No es un capricho. Ser abogada es muy duro, ¿sabes?, hay mucha envidia profesional. Como si las guapas no nos hubiéramos ganado lo que tenemos. Créeme: se magnifica todo al ser la hija de un socio. ¿Acaso mi deportivo descapotable de marca y precio reconocible por todos -sin ventanilla o capota que me dificulte lucir y relucir- no me costó lo mío sacárselo a aquel ex tan feo que tenía un concesionario?. ¿Ves? Siempre sufriendo. Y tú vas y me preguntas cruelmente “¿Esponja o estropajo?”.
Voilà el texto presentado al “II Concurso de Microrrelatos sobre Abogados” del mes de febrero que organiza el Consejo General de la Abogacía Española y la Mutualidad General de la Abogacía.
Se trata de redactar un único texto de un máximo de 150 palabras sobre el mundo abogacil entre las que, este mes, han de estar:
Cada mes iremos indicando el texto que un servidor enviará, esperando animar a otros a participar (500 euros como premio mensual). Aquí el texto enviado en enero.
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