En Himajina tenemos una auténtica obsesión (algo rara) de identificar cuando viajamos la existencia o no de hombres-anuncio en las ciudades de destino.
Como se ha expuesto en varias ocasiones, estoy casi convencido que esta modalidad publicitaria está prohibida en España por atentar a la dignidad de la persona (si bien, no consigo identificar el cuerpo legal o jurisprudencial que así lo determina). Pese a ello, está bastante consolidada en Madrid (y otras muchas ciudades europeas y mundiales) y, en Barcelona, sólo la recuerdo, hace muchos años en la parte baja de Paseo de Gracia, difundiendo una tienda de ropa cercana.
Pues bien, hoy mismo, de regreso al despacho tras una agradabilísima comida de celebración de éxitos jurídico-businesseros, me encuentro en plena Diagonal lo siguiente:
Un tanto “atípicos”, más de diseño, repartiendo muestras de chicles, ocupando el carril bici, pero hombres-anuncio al fin y al cabo.
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