
La lectura de la jurisprudencia resulta, en ocasiones, especialmente sorpresiva. En la revista Lex Nova, número 51 (enero-marzo 2008) aparece una breve recensión de la Sentencia 175/2007, de 28 de diciembre, del Juzgado de lo Penal número 1 de Don Benito (Badajoz).
El resumen de la misma:
"El dueño de una finca, que se dedicaba a la explotación de una granja cinegética de caza mayor, con el auxilio de dos de sus empleados, recogieron y trasladaron a ésta, desde un parque zoológico, un ejemplar de tigre hembra, catalogado por la normativa internacional y comunitaria en vigor en España como especie en peligro de extinción, encargándose estos últimos de la asistencia y alimentación diaria del animal.
Tras permanecer enjaulado, el propietario del coto organizó una cacería, en la que participaron dos individuos con el arma facilitada por el organizador y que culminó con la muerte de la fiera..."
Hasta aquí, ya de por sí, es un tanto espeluznante la historia. Si uno investiga más y lee el contenido completo de la sentencia (referencia Aranzadi JUR 2008\37690) el tema tiene aún más miga:
a) Los inculpados (e incluso sus respectivas esposas) se hicieron fotos en orden a inmortalizar su gesta y a modo de trofeo con los restos del animal (aspecto que luego serviría para incriminarlos aún más).
b) En la misma finca y encerrados en sendas jaulas, se encontraron, otro ejemplar de tigre hembra y un león (pero como no quedó probado que iban a tener el mismo fin, pues no se condena al dueño de la finca por ello).
Y aún me hago una pregunta más:
¿Nadie investiga el orígen de dichos animales? ¿Puede un zoo "desprenderse" "libremente" de tigres y leones?
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