“Un contador” no es un apelativo a un deportista bicicletero de sospechoso rendimiento “natural”. Se trata de lo que por aquí llamamos contable, una función nada sencilla que bien merece un reconocimiento.
Pues bien, en esto están hoy en Argentina, dónde se celebra el “Día del Contador Público”.
Ya expliqué este chiste hace dos años, pero es que no me parece malo:
Un contable (o abogado) va caminando por la calle cuando se le cruza un pordiosero, sucio y maloliente.
-¡Una lismosnita, por amor de Dios!
-De seguro la querrás para ir a beber...
-No señor, yo no bebo.
-Entonces para ir a malgastar con las mujeres...
-No señor, yo no hago eso.
-Entonces para drogarte...
-Tampoco Señor. ¡Yo soy un hombre honrado!
-Entonces vente a mi casa… que le voy a enseñar a mi mujer y mis hijos cómo acaba un hombre honrado en este país (y por qué me hice contable/abogado).
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