Que el Liceu me avisara hace dos días por SMS sobre el inicio de representaciones de mi abono no ha servido para que la temporada haya empezado con buen pie.
Llegado al teatro (¡oh! ¡qué reduccionismo!) con el tiempo justo (norma de la casa), el torno de acceso no me reconoce el carné. ¡Pero si es el nuevo de esta temporada! Nada.. hay que ir a taquillas (han cambiado la ubicación de las mismas –muy significativo, pero dejaremos este tema para otro día-) para que me emitan una entrada y anulen el carné ‘defectuoso’. Cola. Nervios. Mensaje de que la representación empieza en cinco minutos y yo tengo delante aún a gente…
Solucionado y, como uno está en forma (jua, jua), llego a mi nueva ubicación (dos asientos más céntrico que la temporada pasada) a tiempo para el primer de los espectáculos del abono: el ya tradicional inicio con el English National Ballet.
He de decir que he disfrutado con la representación (compendio de 5 números):
1/ Les Sylphides: Correcto. Normal. Tibio.
2/ Le spectre de la rose: Bonita escenografía y gran dúo. Lástima que el vestuario de él (del espectro) fuera h-o-r-r-o-r-o-s-o. Más que un espectro parecía la menstruación de la acompañante.
3/ La mort de cigne: Exquisitos 4 minutos de uniballet clásico, clásico. Un gozo.
4/ Faun(e): Algo brossiano en su concepción y ejecución, pero sobrio y soberbio.
5/ Schéhérazade: Gran número cautivador y embelesante.
Lástima que el Liceu estuviera medio vacío. Aunque me consta que el Ballet (la danza) no es plato que guste a todos, me extraña ver que congrega a tan poca gente.
(Imágenes de la obra. (c) Fotografía: Antoni Bofill)
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