Como con un buen amigo (abogado fiscalista y triatleta) y su mujer, embarazadísima a falta de menos de un mes para el nacimiento de un varón. Entre otras cosas, me explican cómo de complicado puede llegar a ser el tema de que, si uno es extranjero no comunitario, un familiar (extranjero no comunitario) del mismo pueda venir al país por mucho que evidencie que viene a estar/atender a su hija que va a dar a luz en breve.
Así, por lo que he entendido, se necesita tramitar una “carta de invitación” (coste: una tasa de … ¡103 euros!) ya que la alternativa de entrar como turista no dejaría de ser un “fraude de ley”, especialmente si, como parece, para usar ésta última se requiere una reserva de hotel (no sirve indicar que se va a residir en la casa de dicho familiar), cosa que es alto improbable/ilógico si lo que se quiere es estar un par o tres de meses por aquí para atender a la hija y al nieto que está por llegar, algo bastante humano y entendible.
Comprendo los porqués de todo ello, pero la compresión no minimiza mi asombro ante esta clase de situaciones, planteándome cómo de complejo debe ser si, en lugar de algo “previsible” como un embarazo, uno tuviera que venir a este país para atender –esperemos que no suceda nunca- cualquier urgencia médica de un familiar aquí residente.
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