Hoy se publica en el BOE la “Resolución de Reforma del Reglamento del Senado sobre el uso de las lenguas oficiales en las Comunidades Autónomas en la actividad de la cámara”, una norma en virtud de la cual se amplían las posibilidades del uso de las lenguas oficiales en el Senado.
Como se indica en su exposición de motivos: “la práctica del plurilingüismo, aplicando los recursos tecnológicos de traducción hoy disponibles, no solo no constituye un obstáculo para el normal funcionamiento de la vida parlamentaria de esta Cámara sino que la enriquece y favorece un clima de libertad, de normalidad y, en definitiva, de convivencia democrática”.
Como siempre, habrá quien consideré, legítimamente, que se queda corta (¡o que es excesiva!) la ampliación de dicho uso, que, por cierto, no entrará en vigor hasta el 1 de enero de 2011.
Particularmente, como si de una ‘cursa’ se tratase, me gusta ir avanzando, aunque sea a un ritmo no tan rápido como el ideal. Eso sí, ni abandonar ni un paso atrás. Entiendo, sin embargo, quienes piensan diferente y hasta les reconozco que no les falta algo de razón.
Supongo que será una casualidad y que los senadores no temen que la cuestión sea un ‘casus belli’ y provoque conflictos serios, pero lo cierto es que en el mismo BOE de hoy también se convoca la adjudicación del contrato de servicios de mantenimiento de las instalaciones de protección contra incendios de los edificios del Senado. No llegará la sangre al río (o el fuego a las butacas, confiemos).
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