He acudido esta mañana a la Jornada de Medios de Pago Online que aDigital organizaba en Barcelona, en sede de la Pedrera y que ha resultado de bastante interés.
El tema se ha centrado enseguida en un ámbito: el fraude (especialmente con tarjetas de crédito en la compra online) y cómo los bancos (más que los comercios y los usuarios finales) se protegen ante ello, en ocasiones con métodos que no dejan de frustrar diversas operaciones comerciales, por presentar tantos obstáculos que en muchos casos son auténticos impedimentos para clientes legítimos que desisten al final de comprar por Internet (o al menos en aquellas páginas webs que les ponen tantas dificultades).
No faltaron (aunque fueron las menos) aquellas voces que se quejaron amargamente de cómo, además de los medios de comunicación, en muchas veces incluso las oficinas físicas de los bancos siguen poniendo el miedo en el cuerpo a los clientes sobre el uso de internet, recomendando no poner el número de tarjeta, etc. (cuando en la oficina de al lado hay teóricamente otros compañeros del mismo banco trabajando en este tema).
Mi reflexión personal: Se están creando tantas trabas para evitar el fraude que empiezan a ser muy molestas para muchos usuarios legítimos, dificultando el desarrollo real del comercio electrónico, todo ello con la paradoja de que los bancos cobran unas comisiones no siempre pequeñas precisamente por el riesgo. Así, si el comercio fuera 100% seguro, ¿con qué excusa cobrarían la comisión?
No son pocos los casos en los que una tarjeta de crédito (con saldo, sin problemas, etc.) nos es rechazada en un comercio y, sin embargo, luego sí es válida para el pago en otro. Así por ejemplo, en Miami una tarjeta no me fue aceptada para el pago de un iPad, sin motivo explicitado ninguno (por inexistente) y horas más tarde con la misma tarjeta pagué la estancia del hotel (de importe muy superior). Por suerte, como muchos españoles (no es tan habitual en otros países) dispongo de más una tarjeta y pude comprarlo con otra. Pero en el mundo online, lo que hubiera hecho es, a igualdad de precio (cosa habitual en algo como en el Ipad), comprar dónde me pongan menos dificultades (por no hablar de imposibilidades).
¡Cómo hecho de menos el comprar con un sólo click como puedo hacer en muchas empresas americanas y no tener que ir rellenando una vez y otra numeraciones de tarjetas, códigos de coordenadas, leer mensajes SMS con códigos de activación o poner nuevas palabras clave! Así está claro que la “experiencia de compra” en internet no es, ni mucho menos, como debiera.
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