Como auto-premio o recompensa por la gesta “Matagalls”, se ha aprovechado el “puente” de la Mercè para ir a Paris, un viaje que ha servido para:
a) desconectar (aunque no mucho, me he llevado leyes, reglamentos, portátil y trabajo, mucho trabajo).
b) disfrutar de las consecuencias del Decreto 93-1074 de 13 de septiembre de 1993 y comer cantidades inapropiadas (pero ¡qué caray!) de verdadero pan.
c) encontrar a viejos amigos que se conservan bien. Hemos hablado de los viejos tiempos y de cómo le va/ha ido a alguna gente de la ciudad conocida por ambos. Visto lo visto, uno no se puede quejar.
d) comprobar que en el metro de París, en los vagones con indicaciones luminosas de paradas, éstas están encendidas, apagándose a medida que se llega a ellas; al contrario de Barcelona, dónde se van encendiendo a medida que se llega a la estación.
e) hay mucha indigencia en las calles, mucha más de la que yo recordaba de ocasiones anteriores.
f) el sistema de “Bicing” parisino (Vélib) tiene varias ventajas. Bicis más robustas, con candado integrado y elegibles por el usuario (no auto-asignadas como en Barcelona).
g) tomar una decisión de negocio futuro, a medio plazo. Un nuevo objetivo ‘2010.
h) ver algunas películas pendientes. Muy malas todas: Distrito 9, Qué le pasa a los hombres, 12 Trampas.
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