Me he sentido fatal...
Antecedente 1: Una de las bromas que me gusta realizar a los niños es negarles alguna evidencia. Por ejemplo, si a una sobrina le gusta muchísimo el color rosa y va toda ella vestida de rosa (hecho verídico) pues decirle "¿por qué vas de verde?" e insistir llamando verde a lo que, evidentemente es rosa.
Antecedente 2: Hace un mes, para el cumpleaños de mi primer ahijado, bromée con él y, especialmente, con su hermano -más pequeño-, cambiándoles los nombres, haciendo ver que "Pablo" era el nombre de "Joel", y viceversa, y dirigiéndome a ellos con los nombres cambiados.
Pues bien, resulta que, por cuestión del sobradamente anunciado viaje a Chicago de la semana que viene, me voy a perder el cumpleaños de mi segundo ahijado, así como el domingo de Ramos (el año pasado también me pasó), por lo que llamo a mi amigo para decirle de quedar hoy o mañana y darle palmas (cual rumbero o flamenquista) y regalo.
Durante la conversación telefónica con mi amigo, escucho claramente: "Déjame.. quiero hablar con tito Dani"... "Joel?"... "Tito Dani... no quiero que me hagas la broma" "¿Qué broma?"... "Que yo soy Joel, ¿eh?!".
¡Se me ha caído el cielo encima! Hace un mes desde que lo vi (el cumpleaños de su hermano) y aún lo recuerda. Me tranquiliza su padre diciéndome que nada, que no es ningún trauma ni nada por el estilo y que Joel sabe que era una broma, pero igualmente me he sentido fatal.
...
A no ser (he pensado luego) que es que sea muy listo y lo que no quiera es que siga con la broma de confusión y acabe dando en esta ocasión el regalo de su cumpleaños a su hermano en lugar de a él... ¡ahahá!
Es que, no sólo están fuertes y guapos, sino que además han salido muy listos (visión de padrino).
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