No hay duda de que la India será, en un plazo menor del que muchos creen, una potencia mundial de primer orden. El inglés como idioma oficial, su numerosísima población y su estratégica posición geográfico-política conducen a pensar que sus problemas de miseria (pues va más allá de la pobreza de otros países) podrán ser en gran medida resueltos (aún con la ayuda de terceros países).
En este sentido, quizás no es casual que uno de los iconos norteaméricanos por excelencia, Coca-Cola, tuviera como hilo argumental en una de las pocas campañas con cierta gracia que se les recuerda el tema indio.
Sea como sea, en los discursos oficiales realizados con motivo de las celebraciones se ha tratado abiertamente el tema del hambre, la misera y las desigualdades, aunque silenciando aspectos como el de su posición nuclear.
Por todo ello, y teniendo en cuenta la importancia de los procesos de descolonización, el aludido potencial del país, su riqueza religiosa, la figura de Gandhi y la del propio Lord Mountbatten, la referencia himajinaria era obligatoria.
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