Aterrizado en Viena sin problema, me decido a llegar al hotel usando el transporte público.
Pese a la existencia del autobús (una línea especial, creo) y del CAT (una terminológicamente simpática línea de tren específica -City Air Terminal-), la opción escogida (por más económica y por ser, al parecer, la que usan los lugareño/as del lugar) es el S-Bahn, la línea 8.
Hay suerte y no toca esperarlo mucho (apenas cinco minutos). Después traslado al metro (U-Bahn) y llegada al hotel, no demasiado distante de una de sus paradas.
Viena tiene una buena red de metros, autobuses y tranvías, así como de trenes y bicicletas (observo mucho carril bici).
Al llegar tan tarde, apenas un rato en el ordenador del lobby (dónde además hay wifi gratuito y un ordenador a disposición del público) para poner un post (nulla dies sine linea) y vuelta a la habitación, a tomar un baño caliente mientras en el EeePC me pongo dos capítulos de Urgencias (serie que, desde que decidí el viaje a Chicago, he decidido volver a ver desde el primer capítulo).
Dado que sólo tendré mañana como contacto con la ciudad, más vale ir a dormir ya y levantarse temprano.
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