Una vez más, un partido con interés y emoción hasta el último minuto, si bien no puede decirse ni que haya sido trepidante ni que hayan habido muchas ocasiones de gol.
En la primera parte, el Barcelona no tenía rival. Bueno sí, tenía uno, él mismo, mostrando una inseguridad en defensa impropia no sólo del equipo, sino también ante la entidad del rival.
La alineación inicial, interesante. Con Xavi en el banquillo y Messi haciendo su papel (bien alternado, a cierta altura del campo, con Cesc). Juego rápido, poca sensación de control, pero sí de completa superioridad (con independencia del marcador).
En la segunda parte, Vilanova ha vuelto a hacer de las suyas, con unos incomprensibles cambios. Introducir a Adriano, es OK (mayor seguridad en la defensa). Pero ¿cuál es la lógica de introducir a Pedro y a Xavi al mismo tiempo? Pedro es un recurso que aporta “chispa”. Y Xavi un recurso que aporta control y pausa. Por supuesto, son perfectamente compatibles, pero… ¿como cambios?. Es decir, ¿qué dinámica tenía que tener el Barça a partir de ese momento? ¿Más rapidez en contraataques –Pedro-? ¿O un futbol-control? Pues ni lo uno, ni lo otro.
En mi opinión, a partir de ahí se ha visto a un FCB confuso, con ganas de dormir y acabar el partido y miedoso, una sensación que impregna a propios (se conceden córners y se saca largo) y a extraños (se envalentonan los rivales).
Al final, partido auto-saboteado que ha destilado emoción, sí, pero que confirma la inseguridad que está predominando esta temporada en can Barça.
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