Tras la visita (acertada) de ayer a Viena, hoy es jornada de regreso a Barcelona, con salida programada a las 18.20h.

A causa de unas compras vienesas (sí, también están de rebajas), las maletas se han multiplicado. De hecho, en la maleta de mano siempre llevo una segunda bolsa de deporte plegada para casos así. Eso sí, no me voy a salvar de facturar una o dos maletas, con el consiguiente coste extra (que no sabe tan mal al haberse 'olvidado' de facturar el hotel la noche que se llegó a las 5am).

Llego al aeropuerto (mini aeropuerto, podría decirse) con bastante antelación. De hecho, aún no está abierta la facturación. Por el camino se ha pasado al lado del Avion Shopping Park que anteayer no encontramos.

En un alarde de sumisión impropio de mí, sin intentar 'colar' la maleta extra en el proceso aún no abierto de facturación, me acerco al stand de ventas para pagar lo que en justicia corresponda.

Pero la fortuna me sonríe de nuevo... un comentario mordaz sobre la aventura del viaje de ida, mi simpatía natural y el hecho de que la que atiende el mostrador está aprendiendo español (le enseño la expresión 'tocar madera') hace que ésta me 'cuele' (sin yo pedirlo) la maleta como si ya hubiera pagado su facturación online.

Lo cierto es que, si la maleta extra finalmente no se pierde (estoy escribiendo estas líneas en el avión), gracias a este detalle me abstendré de reclamar nada pese al más que significativo retraso de la ida (y un anecdótico -a estas alturas- retraso extra en la vuelta de 25 minutos).

Por cierto, la mañana se ha dedicado a una doble sesión de sauna, y a curiosear un poco por la ciudad no turística. Al ser sábado, los comercios habituales están cerrados y los que abren, lo hacen de 10 a 13h o así (shopping malls aparte). La verdad es que Bratislava hoy parecía semi-desierta y hay ganas de llegar a casa.

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(c) Daniel Vidal. Con la tecnología de Blogger.
 
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