La elección de un hotel cuando uno está de viaje nunca resulta sencilla. Un servidor, al que no le importa viajar en low-cost ni coger vuelos a horas intempestivas (aunque llegar a las 3 am no es lo ideal)ni tiene complejos al adentrarse en tierras raras, sí da, por el contrario, mucha importancia al hotel, buscando alternativas que usualmente no son nada baratas.
Así, un hotel debe tener ciertos servicios y facilidades que hagan que los días de mal tiempo o de indisposición personal resulten, como mínimo, lo más cómodos posibles.
Al haber preparado el viaje en el último momento, lo buscado por internet no era precisamente barato. Al final, la opción escogida ha sido el hotel Falkensteiner, un hotel de negocios de cuatro estrellas que, como los euros, tiene presencia en Bratislava desde el enero pasado.
La primera impresión de ayer, a las cinco de la mañana, era buena. Hoy, siendo ya más persona, puedo confirmarla. Con una Nespresso en la habitación (modernamente decorada), la planta superior del hotel con un gimnasio modesto pero bien equipado (máquina de remos, bicicletas, elípticas, cintas para correr, pesas) y sauna y baño de vapor, el hotel es harto recomendable. El desayuno, incluido hoy y mañana, es bueno, con un buffet en el que se incluye incluso cava (eslovaco). La ubicación también es buena, teniendo como pega que la conexión a Internet (wifi y/o por cable) resulta de pago (3 euros una hora, 9 euros todo el día), pecado que cometen casi todos los hoteles de negocios y que es uno de los mayores sinsentidos del negocio hotelero mundial.
Dicho esto, y teniendo en cuenta los precios que estuve viendo por ahí, recomiendo esta opción hotelera.
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