El tratamiento a un embajador es, según marcan los cánones del protocolo, el de "Excelencia". Así pues, formalmente deberéis dirigiros a un servidor como "Excmo. Sr." y, aunque no es obligatorio, una buena reverencia (adornada y exagerada al extremo), no os la reprocharé.
Todo se inició con la envidia que me generó un amigo y compañero pompeufabriano designado "Ambassador" por una plataforma mundial de contactos interneteros de indubitado prestigio y de la que yo no paso del nivel de un usuario más.
Por todo ello, y mootivado, ya digo, por una envidia que me corroía por dentro, tras algunas gestiones, finalmente, he sido nominado "Embajador de la Felicidad" y, lógicamente (y de acuerdo con mi nuevo cargo), estoy muy contento y feliz.
Explico: por aquí se informaba hace unos días de la celebración mundial del Día Internacional de la Felicidad. Pues bien, he sido designado en una plataforma de contactos rival a la de mi amigo y compañero, Embajador de dicho Día para Cataluña.
A la espera del certificado de competencia digital, ya tenemos algo más que poner en el curriculum :). (lógicamente, acabo el post con un smiley).
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