Dígase todo lo anterior desde el respeto, el cariño, la simpatía y, ¿por qué no decirlo? la envidia, a los compañeros que consiguieron, oposiciones mediante, conocer el ruedo de la justicia (otros lo llaman Circo) sin tener que lidiar ni con clientes ni jueces ni contrarios.
Los abogados (y los procuradores) deberíamos ser, junto a los ciudadanos “ordinarios”, los principales clientes de dichos empleados judiciales. Nos deberían dar, en consecuencia, algún tipo de trato “VIP” o una tarjeta de descuento o de trato preferencial. Yo, con un ‘buenos días’ y algo de comprensión y consideración ya me daría por satisfecho.
Sea como sea, colegas venezolanos de sector, felicidades en vuestro día y por vuestra envidiable situación.
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