Desde que tuve la primera noticia al respecto, sabía que el tema de los autobuses de Barcelona y la publicidad pro-ateismo (seguida por una campaña pro-Dios), iba a tener repercusión mediática.
Al enterarme que una de las líneas escogidas era la número 41 (línea que hace el trayecto piso-despacho), he estado esperando encontrarme con dicha publicidad.
Pues bien, pese a hacer unos cuatro viajes al día, todavía no me encontrado ningún mensaje promoviendo ni el ser ateo, ni la figura de Dios. Sí he encontrado publicidad acerca del culto al cuerpo (gimnasios Dir) y, en el de este mediodía, al mundo del espectáculo ("Barrio Sésamo - SuperCocCo en acción", en el Tívoli).
Que conste que, si hubiera de abrir mis brazos a alguna de estas dos alternativas de religiones modernas, tendría como iconos a Epi y Blas y SuperCoco (y el Conde Draco -que en inglés es "Count von Count", dada su afición a cantar melodías sobre los números-) antes que a la bicicleta de spinning o los steps.
Y es que, en lo del culto al cuerpo, por mucha máquina-florero que se tenga, he de reconocer que he perdido todo atisbo de fe.
Divendres passat vaig veure el famós bus de la línia 41. Ja té gràcia que l'hagi vist jo que no l'utilitzo mai (o quasi mai) i tu que fas quatre trajectes diaris no...
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