Justo cuando en otros interesantes (¡y renovados!) blogs plantean (con éxito de participación y comentarios) el polémico tema de las velocidades máximas en conducción y como las administraciones, bajo argumentos medioambientales propugnan su reducción, tiene lugar hoy el "Día Mundial por la Reducción de Emisiones de CO2".
Como bajito oficial, yo propugno la reducción generalizada, no sólo de Emisiones de CO2, sino de la jornada laboral, de los tipos impositivos, de las hipotecas, de las canastas de básquet ya las redes de volley, de las carreras de 10 kilómetros (que sean de 200 metros), de las tallas de ropa para ellas (y así van más 'apretás'), del hambre en el mundo, de las armas, de las óperas (duran mucho) y de muchas cosas más.
Sí, es verdad, propugno el reduccionismo, pero conste que no empecé siendo un reduccionista, al contrario. Cuando era más joven, lejos de 'reducir' me interesó mucho más lo de 'alargar'. Pero fue inútil. Por ello, visto que lo de alargar no funciona, sólo queda mantener y reducir (empezando por el C02).
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