
Como en otras ocasiones, este tipo de celebraciones resultan un encuentro perfecto para que se encuentren los amigos de los padres con sus respectivos hijos -si los tienen, claro- o, mejor dicho, los amigos del chaval con sus respectivos padres. Forzosamente, amigos todos.
Conclusión: un montón de críos pequeños (entre los 6 y los 2 años) y una ocasión magnífica para poner a prueba el estado de forma (pensando en mañana), ya que entre carreras, lanzamientos de frisbee, jugar a pillar, algo de fútbol y alguna cosa más puedo asegurar que uno acaba agotado.
Al final, entretenido día... y un motón de regalos para el homenajeado.
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