(De or. inc.).
1. f. Parte de carne flaca, que casi no tiene más que el pellejo.
2. f. Persona de ínfima consistencia física o moral.
3. f. pl. Restos de comida o desechos de otras cosas.
Tras preguntar cómo había transcurrido su cumpleaños (efeméride secreta para muchos) obtengo como respuesta que había sido "una piltrafa de día". Extrañado, ruégola mayores explicaciones, obteniendo únicamente que se había tratado sólo de un día más, nada especial, en nada diferenciado al resto de los períodos de 24 horas en los que dividimos las semanas y los meses.
Ciertamente, el cumpleaños de uno no altera el espacio-tiempo, las leyes gravitatorias o el precio de las anchoas. El día mantiene, en consecuencia, sus 24 horas reglamentarias. Pero qué puñetas, no se trata de un día más, de un corriente transcurrir entre un ordinal de un mes y otro, se trata de tu día.
Cierto que, aún así, no tiene porqué celebrarse. De hecho, resulta más inteligente celebrar el no-cumpleaños.
Pero con celebraciones o sin ellas, con regalos o sin ellos, tu cumpleaños es tuyo, es tu día en el calendario (a compartir con otros nacidos en dicha fecha), del mismo modo que los otros muchos días de que existen (y de los que este blog pretende hacerse eco). Su existencia no es baladí. Sirven para que, aún por un momento y por algo tan arbitrario como el calendario, nos acordemos de cosas y de personas, de problemas y enfermedades, de curiosidades y proezas.
En consecuencia, un cumpleaños no puede ser piltrafero. Siempre te puedes acordar de ti.
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